miércoles, 21 de septiembre de 2011

AUSENCIA




GABRIELA MISTRAL
Vicuña 1889 - Nueva York 1957).
PAIHUANO


Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.
¡Se te va todo, se nos va todo!
Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos que se devanaban,
en lanzaderas, debajo tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
cuando te mira, el enebro y el olmo.
Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.
Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor, y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese, y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche
como demencia de mares solos!
¡Se te va todo, se nos va todo!

VERGÜENZA



Gabriela Mistral
Vicuña 1889 - Nueva York 1957).
PAIHUANO


Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje al río.
Tengo vergüenza de mi boca triste
de mi voz rota y mis rodillas rudas;
ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.
Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.
Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano...
Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana al descender al río
la que besaste llevará hermosura!

HOMBRE NUEVO





Samuel Núñez
LA SERENA
nació el 12 de junio de 1953 en la ciudad de La Serena

Hoy me sentaré
al lado contrario de la mesa
iré al trabajo por avenidas nuevas
comeré con la otra mano
cruzaré las calles en las esquinas
trataré de comportarme diferente
y al llegar donde Liliana
le diré que sigo siendo el mismo.

Llueve




CARLOS MONDACA
Nació en Vicuña en 1881 y falleció
en Santiago en 1928



Llueve...Cae la noche mansamente,
y el dolor de la sombra angustia y pesa
y esta lluvia tediosa que no cesa
de gemir en el alma y el ambiente.
Pienso en todo y en nada. Suavemente
siento un vago recuerdo que me besa
Una esquila solloza su tristeza
y algo pasa aleteando por mi frente.
Temblorosa campana del convento,
tal vez trae tu queja la plegaria
de lo que pudo ser y nunca fue...
Tiene humedad de lágrimas el viento:
llanto tal vez de aquella solitaria,
de aquella que me amaba y que no ame.

AMOR



Manuel Magallanes
La Serena. 8 de noviembre de 1878. †San Bernardo (Chile) 1924



Amor que vida pones en mi muerte
como una milagrosa primavera:
ido ya te creí, porque en la espera,
amor, desesperaba de tenerte.
era el sueño tan largo y tan inerte,
que si con vigor tanto no sintiera
tu renacer, dudara, y te creyera,
amor, sólo un engaño de la suerte.
Mas te conozco bien, y tan sabido
mi corazón, te tiene, que, dolido,
sonríe y quiere huirte y no halla modo.      
Amor que tornas, entra. Te aguardaba.
Temía tu regreso, y lo deseaba.
Toma, no pidas, porque tuyo es todo.

LOS SENTIDO DEL RELATO





Tomas Harris
La Serena, 3 de junio de 1956


Te voy a contar una historia,
te voy a contar una historia, paloma,
aquí en esta solitaria playa de Cipango,
desnudos tu y yo,
aunque sólo sirva para disminuir un instante de tu odio;
a esta historia miserable
la investiremos de gesta,
de gesta individual y podrida,
gestada entre el silencio y el cielorraso,
entre los crujidos de la noche en medio del vacío
y con el deseo como único sol fulgurando al borde
de la muerte;
esta gesta de la nada que te narro
debe ser como una fuente de perlas y rubí,
el blanco y el rojo confundidos
en estas sábanas junto al mar
para derramarnos al siguiente paso
este es mi deseo: así como te he cubierto,
así como me he derramado en tu cuerpo tan joven,
así,
derramarme y cubrir este panorama desolado
que contemplamos
mar y silencio,
rezumantes de jugos corporales,
tú y yo:
Ya se apagaban los ultimos neones como emblemas
de un falso mundo luminoso,
ya se iban los 90,
la peste desbordó por esos mismso parajes:
estas que ves frente a tu cuerpo todavía tembloroso,
pálidas y desmendradas,
a punto de apagarse para siempre al primer soplo
de verdadera pasión
son las últimas ciudades de Sudamérica:
Cipango, Tebas,
Cathay, California,
Argel, Tenochtitlan:
perros son esos que ladran en las esquinas
contra el miedo;
viento, esos murmullos que sobrevuelan los callejones
borrando las señas de la muerte;
tiempo, eso que transcurre sin huella,
empedrando las ganas, esas momias de nuestros pueblos;
estas que ves son las 7 últimas ciudades de Sudamerica
como 7 planetas de barro y silencio
fulgurando sin luz propia
en 7 descampados estancos:
aunque el camuflage sea perfecto,
la ornamentación de la decrepitud y las tablas y la tierra,
esta gesta transcurre en pleno Reino del Poder;
soy el viejo Helicón y no miento,
es peligroso, paloma,
que estemos aquí en esta playa baldía
hablando como hablamos
de la muerte,
del amor, del silencio;
es peligroso hablar así:
yo no sé nada de poesía,
sólo me sé a tu lado
en esta intemperie,
en los márgenes de Cipango,
bañados por la luna cruel.

LA VAGABUNDA





Teresa Calderón
La Serena, 30 de marzo de 1955


Yo soy
la Vagabunda
Entré sola en la muerte
seguida por la sombra de la muerte
preñada de sombra por la muerte
 
La abandonaron en la antesala
todos los hijos que nunca tuvo.
No me siguieron a parte alguna
los amantes que no tuvieron tiempo
de conocerme mejor
porque se les hacía tarde
y había que seguir buscando
Yo soy
la vagabunda
Soy mi propio odio recolector
haciendo trampas.
La memoria no tiene que enseñarme.
Estoy siempre al servicio de mi único deseo
 
No partieron conmigo
los juegos de mi infancia
ni me siguieron los sueños
ni el futuro prometido
en las líneas cruzadas de mis manos
Sombría como yo
Feroz como el hambre
Triste como ella sola
Humillada como nunca nadie
Fatal como un astro que se extingue
Ella
la Vagabunda
seguida de cerca por la muerte
pura sombra en la muerte
entró sola en su casa
Sólo la tierra le abrió su vientre
No me esperaban los deudos subterráneos
no calentaban mi tumba trozos de parientes
ni había familia
por ahí diseminada
Con sus ojos de pájaro
cerrados
bendiciendo a la vida
Yo, la Vagabunda,
agradecida y feliz por el milagro:
ese de morirse de una vez por todas
y para siempre